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viernes, 15 de mayo de 2020

"Hana-Bi", película de Takeshi Kitano. La belleza de los fuegos artificiales...


Hana-Bi (Flores de fuego), ganadora del León de Oro a la Mejor Película en el Festival de Venecia en 1997, es una película del realizador, presentador de tv y actor japonés Takeshi Kitano (1947), uno de los cineastas más importantes de Japón en la actualidad, director también de El verano de Kikujiro (1999), Brother (2000), la estupenda Dolls (2002), de la que ya hemos hablado en este blog, Zatoichi (2003), Aquiles y la tortuga (2008), entre otras.
Algo que caracteriza a su cine es la presencia de la violencia, tanto en personajes de la yakuza (mafia japonesa), como de la policía, una violencia que refleja una mirada de dolor sobre el mundo que le rodea. Junto a la acción violenta nos encontramos también con momentos de silencio y reflexión de sus personajes, desde el nihilismo al humor satírico, y todo ello con un estilo muy personal, con imágenes llenas de poesía en impecables puestas en escena, con un cuidado especial de la fotografía y del color como ya vimos en "Dolls".
Hana-Bi, cuyo título en japonés hace referencia a los fuegos artificiales (flores de fuego), tiene como protagonista al policía Nishi (Takeshi Kitano), que recibe la noticia del cáncer terminal de su mujer, Miyuki, a la vez que su mejor amigo y compañero, Horibe, es herido en una acción en la que él no estaba, y queda parapléjico en una silla de ruedas. Nishi, con cierto sentido de culpa, ayuda a la viuda de otro compañero, y a su amigo, que se ha quedado solo, y al que anima a pintar comprándole material (algunos dibujos y pinturas que se ven son obra del mismo Kitano).
Nishi termina abandonando el cuerpo de policía, y se dedica al cuidado de su mujer, a la vez que se endeuda con la yakuza y actúa al margen de la ley. A pesar de su estado de ánimo, melancólico y taciturno, se vuelca en que Miyuki sea feliz los últimos días de su vida, iniciando un viaje con ella en el que se atreve a tocar la campana de un templo budista, a lanzar fuegos artificiales, y que termina junto al mar, donde una niña vuela una cometa...
La amistad, el amor, el dolor de estar vivo, y la muerte sobrevolando desde el principio hasta el final,  son los temas de esta bella película de Kitano que, una vez más, no nos defrauda. El director nos lleva de lo violento a lo tierno, conmoviéndonos con la fuerza de su lenguaje visual tan lleno de poesía y de silencios, con elipsis y flashbacks. Y, frente a la muerte: la pintura, los fuegos artificiales, los juegos, la cometa volando, el mar...

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