"¿Ves aquella montaña de allá? -Sí, parece muy cercana. -Exactamente, esto es lo que ves cuando eres joven. Todo te parece muy cerca; ese es el futuro. Y ahora, eso es lo que ves cuando eres viejo: todo parece muy lejano. Eso es el pasado".
(Boyle a una guionista de su equipo)
"Youth" (La juventud), película italiana de 2015, en coproducción suiza-francesa-británica, del director Paolo Sorrentino (Nápoles 1970), director de "Il divo" y de "La gran belleza" de la que he hablado en este blog. Presentada en el Festival de Cannes. Premios del cine europeo como mejor película, mejor director y mejor actor (Michael Caine).
Vista en VSO (inglés) en los cines Albéniz de Málaga en enero de 2016.
En un balneario de los Alpes suizos (referencia a "La montaña mágica" de Thomas Mann"), Fred Ballinger (Michael Caine), un famoso compositor y director de orquesta ya retirado, que se niega a retomar la música, y su amigo y consuegro Mick Boyle (Harvey Keitel), cineasta que prepara su última película, se reúnen en una mezcla de vacaciones y cura de salud. A Ballinger lo acompaña su hija y asistente (Rachel Weisz), en plena crisis personal, y que le reprocha su actuación como padre y marido.
En ese escenario, paradisíaco y decadente a la vez, los dos amigos hablan de sus vidas, de lo que recuerdan del pasado y del futuro incierto, de la belleza (es "dios", exclaman cuando Miss Universo -Madalina Ghenea- se sumerge en la piscina), de la música y del cine, de la vida... y deciden contarse sólo lo bueno, como el joven actor de Hollywood, también en el hotel (Paul Dano), con prejuicios quizás de la edad, y lector de Novalis, que decide hablar del deseo antes que del horror. Y con la aparición estelar, en un papel breve de vieja estrella del cine, de una irreconocible Jane Fonda.
Pero también miran a su alrededor y, con esa mirada lúcida que da el tiempo vivido, hacen apuestas por lo que ven: una pareja que nunca se dirige la palabra, un monje budista, una masajista que no habla, una exgloria del fútbol (homenaje del director a Maradona), un niño violinista, una niña lúcida que habla de cine...
Y nos sorprenden con su intercambio de posiciones en la vida: del derrotismo y la negación de uno al vitalismo del otro, y viceversa.
Excelentes actores, con un guión filosófico y profundo del mismo Sorrentino, que, unido a la belleza de las imágenes -sin rehuir el cuerpo en la vejez (¡valiente M.Caine!)-,con escenarios naturales tan potentes, elementos oníricos, (fotografía de Luca Bigazzi) y la música ( de David Lang) que lo impregna todo, hace que podamos hablar de una película magistral sobre la vejez, y la vida en general, y que a algunos nos ha emocionado. Para no perdérsela.
"¿Sabes qué haré? Empezaré otro filme. Dices que las emociones están sobreestimadas. Pero eso es mentira. Las emociones son todo lo que tenemos" (Boyle a Ballinger)
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