"Busco la región esencial del alma donde el Mal absoluto se opone a la fraternidad".
(André Malraux, citado al comienzo del libro)
"Nadie puede escribir si no tiene el corazón puro, es decir, si no está suficientemente desapegado".
(C.E.Magny, pág. 314)
Jorge Semprún (Madrid 1923- París 2011), nieto de Antonio Maura, intelectual, miembro del PCE (1942-1964), Ministro de Cultura con el PSOE (1988-1991), guionista ("Z","La confesión", "La guerre est finie"...) y escritor en francés ("Le grand voyage", "La montaigne blanche"...) y en español ("Autobiografía de Federico Sánchez"...).
L'écriture ou la vie", publicada en 1994 en francés, recoge un hecho importante de su vida, que lo marcará para siempre: la deportación al campo de concentración de Buchenwald. A pesar de que habían pasado más de 40 años, es en 1987 cuando decide escribir el libro, al enterarse de la muerte de Primo Levi.
La obra gira en torno a 2 grandes temas:
- La memoria, el recuerdo de lo que hemos sido y
- La función de la escritura: la escritura como recuerdo de la muerte.
Ya en el título, Semprún, a diferencia de otros escritores, opone la escritura a la vida; escribir es, en este caso, una forma de volver al horror y a la muerte, y lo hace muchos años después, hablando en primera persona, pero después de un ejercicio de ascesis, como le sugería Claude-Edmonde Magny.
La obra, compuesta de 10 capítulos estructurados en 3 partes, habla del antes y después de Buchenwald, y por supuesto, del momento de su liberación, pero París y Madrid son también escenarios importantes. De forma desordenada en el tiempo, avanzando y retrocediendo, y con un lenguaje cuidado y bello, Semprún nos habla del horror ("He pensado que mi recuerdo más personal, el menos compartido, el que me hace ser lo que soy...es el recuerdo vivo, nauseabundo, del olor del horno crematorio: insulso, repugnante, el olor a carne quemada sobre la colina del Ettersberg" pág. 312), pero también de la vida y del papel de las mujeres en su vida. Son continuas las referencias filosóficas (Kant, Wittgenstein, Heidegger...) y literarias (R. Char, A. Malraux, Breton, Celan, Aragon, o César Vallejo, al que tanto admiraba y del que recuerda el poema "Masa":"...¡No mueras, te amo tanto! Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo").
Obra muy interesante tanto como testimonio personal y colectivo, como por la reflexión sobre la escritura y la necesidad del desapego, de ser forastero, para poder mirar al interior. Leída en español en junio de 2015, con motivo de una tertulia literaria.
Debo ser de los pocos, poquísimos, que le pone alguna pega a esta obra, incluso creo que, en su día, fui la única voz discrepante. Sin dejar de reconocer sus méritos, me parece que contiene demasiado autobombo, que resulta algo superficial, que pasa (casi) de puntillas por los testimonios históricos.
ResponderEliminarY eso es lo que cuento en el blog.
Es verdad que aquí no cuenta toda la experiencia de Buchenwald, aunque sí aparece el tema en otras obras suyas como en "Le grand voyage."
ResponderEliminarNo sé cómo clasificar este libro: memorias, novela testimonial... pero, en cualquier caso, parece inevitable la "selección" interesada que siempre hacen los autores en este tipo de obras. En ese sentido, ya mencioné en la tertulia las palabras de Stéphane Hessel sobre el trato de favor que los comunistas se daban entre ellos en los campos de concentración nazi, asunto que no aparece mencionado en el libro.
Independientemente de los datos, lo que hace más válido al libro es -en mi opinión- el relato del proceso de escritura de una experiencia dolorosa y cómo se enfrenta a él el autor.